Fue en la Universidad del Quindío donde conocí a Luis Fernando. Hace ya muchos años. 30 o quizas más. Trabajador incansable y gran amigo. Cada rato lo veía con equipos de televisión para todo lado. Además los reparaba cuando se dañaban. Era un enamorado de las cámaras de video y fotográficas al igual que las fotos, las filmaciones, los proyectores y todos esos artefactos que conocía como la palma de su mano. Dictaba clases y era un muy buen docente.

Lo recuerdo por todo y siempre estaba en cuanto evento interesante hubiera. Charlábamos mucho sobre el centro audiovisual de la universidad y los archivos que iba formando poco a poco en esa obsesión suya por guardar la historia. Por preservar el ayer como un guardián. Después que dejó la Universidad del Quindío creó la programadora de televisión Luis Fernando Londoño.

Echaba más humo que un tren Cali – Armenia. Fumaba y fumaba. Nunca supe si eran nervios, ansiedad o qué era lo que Luis Fernando tenía, pero no se aguantaba sin encender un cigarrillo por más de una hora.

Como le tenía confianza me encantaba molestarlo por todo y por nada. Pero la venganza es dulce y un día se desquitó de mí con todo el peso de su burla. Siempre me decía lo mismo sobre ese día que se pudo vengar, en el mejor sentido de la palabra y su amistad, y fue especial porque el momento quedó registrado en video y para cerrar con broche de oro envió el material a un noticiero de emisión nacional y mi prestigio se fue a pique. Era un gocetas.

Siempre fue muy alegre y además ejemplo para muchos, pues veía en cada propuesta que hacía un reto para lograr, una meta para triunfar.

También fue billarista empedernido y llevaba consigo su guante en el bolsillo, pues no sabía cuándo lo iban a invitar a jugar y tenía que mantener listo.

Crear el Museo Gráfico y Audiovisual del Quindío para Luis Fernando Londoño fue uno de sus mayores retos. Un logro que, como algo curioso, nació en septiembre de 2006. Lo más interesante fue la organización del archivo de las cédulas. Allí estaba la de mi abuelo entre miles y me la regaló sin pensarlo mucho. Recuerdo ese día. Yo a cambio le di la foto de la familia Sabogal, la cual figura en el archivo del Museo.

En ese lugar lleno de memoria, historia, patrimonio y esfuerzo por mantenerlo vivo, Luis organizó muchas tertulias musicales, invitando a coleccionistas de música vieja para que hablaran sobre artistas y grabaciones. Luego, tomaba algunas de esas canciones y preparaba un CD para la venta.

Su momento más feliz del que yo tengo un gran recuerdo fue cuando nació Paloma, su nieta. Su gran amor, me lo dijo muchas veces.

Hoy, un día triste como pocos, me quedan en el corazón muchas cosas que como amigo compartí con él. Lo despido con esa canción que dice: “algo se muere en el alma cuando un amigo se va… Gracias, Luis Fernando por tanto y por todo. Por esta entrevista en la que detrás de cámaras no reímos tanto como frente a ellas y la disfrutamos al calor de un café.

Hasta luego amigo...
Ver entrevista a Luis Fernando Londoño Al Calor de un Café.

Galería fotográfica: